N.R.- Cada primero de noviembre recordamos con nostalgia a quienes se adelantaron en su camino. Sus recuerdos siempre estarán vivos en nuestra memoria. El Cementerio General es la última morada de mi mamá, suelo venir al cementerio en cualquier fecha del año, sobre todo cuando los pesares y los problemas me abruman, visitar a mi madre en el Cementerio me da paz, calma y sabiduría. Nunca olvidemos a quienes por alguna razón el altìsimo los llamó. Recuerden que morirán realmente cuando nos olvidemos de ellos.

El 1 de noviembre, el Cementerio General de Tacna se convierte en un espacio de encuentro donde la vida y la muerte dialogan a través de antiguas costumbres. En un ambiente impregnado de nostalgia y cariño, familias enteras se dan cita para recordar a sus seres queridos que partieron, honrándolos con ofrendas, música, y celebraciones que reflejan el profundo respeto de la cultura tacneña por la memoria de sus ancestros.
Desde muy temprano, cientos de personas empezaron a llegar al camposanto, cargadas de flores, alimentos, y recuerdos. Se pudieron ver abuelos, padres y niños limpiando y decorando las tumbas, dejando en cada flor un símbolo de amor y en cada rezo una súplica por el descanso de las almas de los suyos. El Cementerio General se llenó de una mezcla de aromas a flores frescas, incienso y los platos favoritos de los difuntos, un gesto simbólico que une a las familias y permite que el recuerdo sea una experiencia compartida.
Los asistentes también llevaron consigo las tradiciones culinarias que acompañan esta celebración, entre ellas la tradicional «tanta guagua», frutas frescas y las bebidas faboritas que sus seres queridos disfrutaban en vida. Este acto de colocar alimentos en las tumbas es una expresión de generosidad y de conexión espiritual, en la que se cree que las almas regresan para compartir estos momentos junto a los suyos.
Además de los rezos y la comida, el Día de Todos los Santos en Tacna también se vivió a través de la música y el baile, elementos que dotan a esta fecha de un carácter único en la región. Grupos de personas cantaron con guitarras y tambores, interpretando canciones tradicionales que reflejan el carácter festivo y comunitario de esta fecha. Entre coplas y melodías de antaño, los presentes buscan rendir homenaje no solo a sus seres queridos, sino también a la cultura de Tacna, que encuentra en la música una manera de recordar y sanar.
Para muchos tacneños, este día es un recordatorio de que el lazo familiar y comunitario trasciende la muerte. Se dice que el recuerdo mantiene viva a una persona, y el Día de Todos los Santos en Tacna es una muestra de ello. En cada tumba adornada y en cada lágrima derramada, el pueblo tacneño reafirma su identidad y su fortaleza a través de un acto de amor hacia quienes ya no están físicamente, pero que siguen presentes en espíritu.
La festividad, además, es una ocasión para que las generaciones jóvenes entiendan y valoren sus raíces. Niños y adolescentes acompañan a sus padres y abuelos, aprendiendo no solo a honrar la memoria de los suyos, sino también a abrazar una tradición que ha pasado de generación en generación. De esta manera, el Día de Todos los Santos en Tacna no es solo un día de recuerdo, sino también una oportunidad para fortalecer los valores familiares y culturales que definen a esta comunidad.
A medida que el sol cae y el cementerio se envuelve en el crepúsculo, las familias se despiden entre abrazos y promesas de volver el próximo año, con la convicción de que la memoria es el puente que los mantendrá unidos para siempre. Así, en Tacna, el Día de Todos los Santos no es solo una jornada de homenaje, sino una celebración de la vida en todas sus formas, una ocasión para recordar que, a través del amor y la tradición, los seres queridos siempre seguirán presentes.
