Por Redacción VISION MACROSUR | Antananarivo / 15 de octubre de 2025
Madagascar vive uno de los momentos más decisivos de su historia reciente. Tras tres semanas de protestas masivas encabezadas por jóvenes de la llamada “Generación Z”, el presidente Andry Rajoelina abandonó el país el 13 de octubre, luego de que unidades del ejército se sumaran a las movilizaciones que exigían su renuncia.
El movimiento, bautizado en redes sociales como “Revolisióna Mazava” (La Revolución de la Luz), emergió inicialmente como una reacción a la crisis de servicios básicos, pero rápidamente se transformó en un grito colectivo contra la corrupción, la desigualdad y el estancamiento político de más de una década.
El detonante: vivir sin luz ni agua
La chispa que encendió la revuelta fue el colapso simultáneo del suministro eléctrico y de agua potable a fines de agosto. La empresa estatal JIRAMA, en crisis financiera, dejó sin servicio a millones de personas durante días enteros.
El gobierno respondió con explicaciones vagas y culpando a “saboteadores”, lo que desató la indignación popular.
Desde las redes sociales, los jóvenes convirtieron la frustración cotidiana en una causa nacional bajo el lema #AmpitsoMazava (“Mañana con luz”).
De la indignación al movimiento generacional
A principios de septiembre, miles de manifestantes ocuparon la Plaza del 13 de Mayo, símbolo histórico de la resistencia malgache. La represión policial, que dejó varios muertos, solo amplificó las protestas.
Sin liderazgo partidario tradicional, el movimiento fue coordinado a través de TikTok, Facebook y WhatsApp, convirtiéndose en una movilización autogestionada y generacional.
“No pedimos ideologías, pedimos dignidad”, declaró una joven estudiante en medio de las marchas.
El lema “Tsy hanadino izahay” —“No olvidaremos”— se multiplicó en pancartas y muros de la capital.
El régimen de Rajoelina: entre el liberalismo y el autoritarismo
El gobierno caído se identificaba con una tendencia liberal de centroderecha, orientada al libre mercado y las inversiones extranjeras, pero caracterizado por corrupción, represión y centralización del poder.
Rajoelina, quien ya había llegado al poder tras un golpe en 2009 y luego fue electo en 2018, gobernaba bajo un esquema presidencialista con instituciones debilitadas y escasa transparencia.
Los indicadores sociales y económicos permanecían estancados: más del 70% de la población vivía en pobreza y los servicios públicos se deterioraban aceleradamente.
El papel decisivo del ejército
El punto de quiebre llegó cuando la unidad militar CAPSAT —encargada de apoyo y protección del territorio— se negó a reprimir a los manifestantes y declaró su apoyo al pueblo.
El 12 de octubre, las tropas ocuparon pacíficamente la televisión estatal (TVM) y anunciaron la formación de un “Comité Nacional de Restauración”.
Un día después, el Parlamento destituyó al presidente por “abandono del cargo”, mientras Rajoelina partía hacia Mauricio.
Transición y futuro incierto
El nuevo gobierno militar transitorio anunció la suspensión del Parlamento y la Corte Constitucional, y prometió un proceso de reformas y una nueva Constitución antes de convocar elecciones en 2027.
Organismos internacionales como la Unión Africana y la Comunidad de África del Sur (SADC) llamaron a un retorno rápido al orden constitucional, mientras la población celebra lo que muchos ya llaman una revolución ciudadana inédita.
Una generación que rompió el silencio
La “Revolución de la Luz” marcó el surgimiento político de una nueva generación urbana, digital y organizada.
A diferencia de las crisis políticas anteriores, esta no fue encabezada por partidos ni caudillos, sino por jóvenes conectados, creativos y hartos de promesas vacías.
Lo que empezó como una protesta por agua y electricidad terminó siendo un movimiento por dignidad, justicia y renovación nacional.
VISION MACROSUR continuará monitoreando el proceso de transición y las respuestas regionales a esta inédita ola de cambio político en el océano Índico.
