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Raúl Noblecilla: del estrado judicial al escenario político — ¿defensa o protagonismo?

N.R.- Raúl Noblecilla llegó a Tacna no con el propósito de defender la democracia, como intenta hacer creer, sino para impulsar su candidatura dentro del debilitado y cada vez menos relevante partido PODEMOS PERÚ. La presencia de Raúl Noblecilla pasó casi desapercibida: su convocatoria fue mínima, dejando en evidencia el escaso respaldo ciudadano y el desgaste profundo de una organización política que no logra reconectarse con la población.

PODEMOS PERÚ arrastra un descrédito que no se disimula. Su participación en el actual y en el anterior gobierno —ambos criticados por tomar decisiones a espaldas del pueblo— ha generado un rechazo creciente. Para muchos tacneños, estos intentos de reposicionamiento político no son más que un esfuerzo tardío por recuperar una legitimidad que el propio partido dilapidó.

PODEMOS PERÚ arrastra un descrédito que no se disimula. Su participación en el actual y en el anterior gobierno —ambos criticados por tomar decisiones a espaldas del pueblo— ha generado un rechazo creciente. Para muchos tacneños, estos intentos de reposicionamiento político no son más que un esfuerzo tardío por recuperar una legitimidad que el propio partido dilapidó.

En las últimas semanas, el nombre de Raúl Noblecilla ha vuelto a instalarse en el debate público. Conocido inicialmente por su defensa de personajes polémicos como el expresidente Pedro Castillo y la ex primera ministra Betssy Chávez, el abogado ha dado un salto definitivo al terreno electoral al ser anunciado como candidato a la segunda vicepresidencia por Podemos Perú.

El movimiento no sorprendió a quienes han seguido de cerca su ascenso mediático. Para muchos analistas, se trata de una evolución natural de un personaje cuya presencia en tribunales siempre ha estado acompañada de una intensa exposición frente a cámaras. Para otros, es la confirmación de que la defensa legal fue apenas un preámbulo para su verdadero objetivo: construir una plataforma política propia.

El estilo Noblecilla: confrontación, cámaras y cálculo

Su desempeño en los juicios más mediáticos del país ha sido cualquier cosa menos discreto. Noblecilla se ha enfrentado a fiscales, jueces y periodistas con un tono desafiante y, en ocasiones, abiertamente político.

Episodios como su expulsión de una audiencia, la presentación de documentos cuestionados o su renuncia a defensas en momentos críticos reforzaron la percepción de un personaje más cercano al activismo político que a la litigación técnica. Sin embargo, para sus simpatizantes, estas acciones fueron expresiones de valentía frente a un sistema judicial que consideran parcializado.

La jugada electoral

Con su incorporación a la plancha presidencial de Podemos Perú, el abogado abandona definitivamente la posición de “defensor del pueblo perseguido” y adopta el rol de actor político activo. Su figura aparece destinada a atraer sectores descontentos: desde bases vinculadas al castillismo hasta grupos que ven en él un opositor directo al “establishment”.

La pregunta que surge es inevitable:
¿Representa Noblecilla un proyecto político coherente o simplemente capitaliza la notoriedad acumulada en los últimos años?

Polarización como motor

El país vive momentos de fuerte desgaste institucional. En ese escenario, personajes disruptivos encuentran terreno fértil para crecer. Noblecilla lo sabe. Su discurso combina promesas de reivindicación para líderes procesados, denuncias contra el sistema judicial y críticas al gobierno actual.

Es una narrativa que conecta con ciertos sectores, pero que también despierta dudas sobre la solidez y responsabilidad de sus propuestas.

¿Figura emergente o “figuretti”?

En regiones del sur, donde la indignación política sigue latente, su candidatura podría encontrar eco. Pero también es cierto que su estilo —combativo, mediático y, a veces, errático— alimenta la percepción de que su ascenso responde más al afán de protagonismo que a un proyecto estructurado.

Para muchos ciudadanos, Noblecilla representa un fenómeno típico de la política peruana reciente: personajes que saltan de la confrontación mediática a las urnas, con un discurso disruptivo, pero con un horizonte incierto.

Lo que viene

Con la campaña en marcha, será clave ver si Noblecilla logra sostener un mensaje que atraiga más allá del ruido mediático. De ser así, podría convertirse en uno de los personajes determinantes del nuevo ciclo electoral. De no lograrlo, podría quedar como una figura transitoria, construida más por polémicas que por propuestas.

Por ahora, lo cierto es que su salto político confirma una tendencia que Visión MacroSur ha advertido en repetidas ocasiones:
en un país sin liderazgos sólidos, el protagonismo reemplaza a la institucionalidad, y los focos mediáticos definen a los candidatos tanto como las urnas.

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