Los tradicionales remates de carnavales en la región de Tacna, que marcan el cierre de las festividades, se desarrollaron este fin de semana con un derroche de alegría, música y baile. Sin embargo, más allá del color y la tradición, estos eventos estuvieron marcados por el exceso en el consumo de alcohol, el gasto desmedido de algunas autoridades y la preocupación ciudadana por el clima de inseguridad que vive el país.
Las distintas municipalidades de la región organizaron grandes eventos, algunos con artistas de renombre y fastuosas celebraciones financiadas con recursos que han generado críticas en la población. Se cuestiona que, mientras las municipalidades alegan falta de presupuesto para mejorar los servicios básicos, sí destinen fuertes sumas para espectáculos y festividades. En varias jurisdicciones, los alcaldes fueron protagonistas del derroche, brindando con costosos licores y mostrando una opulencia que contrasta con las necesidades de la ciudadanía.
El consumo excesivo de alcohol también dejó su huella en estos remates. En diversos puntos de la región, se reportaron peleas, accidentes de tránsito y personas en evidente estado de ebriedad alterando el orden público. Las autoridades policiales, si bien realizaron operativos, no pudieron contener todos los desmanes derivados de las fiestas.
Este ambiente festivo se da en un contexto preocupante para Tacna y el país en general. En las últimas semanas, la región ha sido escenario de asaltos, robos y hechos de violencia que han encendido las alarmas entre los ciudadanos. La falta de estrategias claras para combatir la delincuencia y el incremento de crímenes contrastan con la despreocupación con la que algunas autoridades participaron de estos eventos.
Los remates de carnavales, que deberían ser una celebración de identidad y tradición, dejaron un sabor agridulce en la población. Mientras algunos disfrutan de la fiesta, otros se preguntan hasta cuándo la prioridad será el espectáculo antes que la seguridad y el bienestar de la gente.
