Visión Macrosur | Opinión – 17 de agosto de 2025
Bolivia vive hoy una de las jornadas electorales más tensas de los últimos tiempos. El país andino se encuentra atrapado entre la crisis económica más aguda de los últimos años, la posibilidad de un retorno de la derecha al poder, y la sombra siempre presente de Evo Morales, quien desde afuera del proceso intenta incendiar la pradera con un discurso radical y provocador.
La derecha, favorita en las encuestas
Los sondeos marcan una tendencia clara: los candidatos de derecha llegan como favoritos. En un clima de inflación cercana al 24 %, largas colas para conseguir combustible, escasez de alimentos y una moneda nacional debilitada frente al dólar paralelo, la narrativa dominante se ha instalado: “la izquierda fracasó”.
Los discursos de orden, disciplina y reactivación económica han calado en un electorado cansado. Para los analistas internacionales, un eventual triunfo opositor sería la confirmación de un fin de ciclo progresista en la región.
Una economía al borde del colapso
La crisis económica se ha convertido en el gran catalizador de estas elecciones:
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Inflación descontrolada que golpea a trabajadores y campesinos.
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Escasez crónica de combustibles y productos básicos.
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Reservas internacionales en caída libre.
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Un modelo gasífero agotado, incapaz de sostener el gasto social que antes fue el emblema del MAS.
El “milagro boliviano” que se exhibía como ejemplo regional hoy parece un recuerdo lejano.
Evo Morales: del liderazgo al caos
Sin candidatura y marginado del centro de la política formal, Evo Morales no ha encontrado otra estrategia que llamar a la confrontación. Sus denuncias contra el Tribunal Supremo Electoral y su exhortación a anular el voto muestran su intención de deslegitimar el proceso.
Más alarmantes aún fueron las palabras de su entorno: “Se están tocando las puertas del infierno para incendiar el país”. Este lenguaje refleja un giro desesperado: sin proyecto económico ni horizonte de futuro, Morales apuesta a la agitación y al caos como último recurso.
Lecciones de la historia: el MAS nunca está muerto
Sin embargo, Bolivia ya ha demostrado que las encuestas pueden equivocarse. En 2005, Evo arrasó con más del 53 % pese a sondeos cerrados. En 2020, Luis Arce regresó al poder contra toda predicción, tras la crisis del 2019.
¿Será 2025 otra reedición de la capacidad del MAS para renacer de sus cenizas? ¿O esta vez la fractura interna y la crisis económica marcarán el inicio de un declive irreversible?
MAS dividido: Arce vs. Morales
La gran novedad de este proceso es la ruptura interna del MAS.
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Luis Arce, debilitado por la crisis económica, buscó distanciarse de Morales pero terminó perdiendo respaldo.
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Evo Morales, fuera de la contienda, eligió dinamitar al propio partido antes que permitir que otro lidere en su lugar.
El movimiento político que parecía invencible durante casi dos décadas llega hoy a la elección fracturado y sin rumbo unificado.
Conclusión: Bolivia entre las urnas y el incendio
Bolivia vota hoy entre dos caminos: el retorno de la derecha con promesas de ajuste y modernización, o la resistencia de un MAS golpeado pero con un arraigo popular que nunca debe subestimarse.
La diferencia ahora es que el país enfrenta una crisis económica devastadora y un clima de polarización creciente, con un Evo que no duda en invocar el incendio nacional como herramienta política.
Lo cierto es que nada está escrito. Las urnas decidirán si Bolivia inicia un nuevo ciclo con la derecha o si el MAS logra, una vez más, imponerse contra todos los pronósticos.
Visión Macrosur seguirá analizando esta coyuntura decisiva para la región, porque lo que pase en Bolivia no solo marcará su destino, sino también el pulso de la política latinoamericana.