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CADE 2024: ¿Un espacio de diálogo o de discursos reciclados?

El encuentro empresarial CADE Ejecutivos 2024, ha culminado en la ciudad de Arequipa en un contexto nacional marcado por el estancamiento, crisis sociales, políticas y económicas. la degradación generalizada en el país, producto del debilitamiento institucional, la politización de la agenda pública, y la falta de capacidad del Estado para impulsar inversión privada, políticas públicas y servicios de calidad necesarios para el progreso de la ciudadanía y el desarrollo de las regiones.

Bajo el lema «De la degradación a la reconstrucción de nuestro futuro», el foro reunió a empresarios, líderes políticos y académicos con el objetivo de plantear soluciones a los problemas que asfixian al país. Sin embargo, la pregunta que muchos se hacen es: ¿realmente el CADE aporta algo sustancial o se ha convertido en un círculo de empresarios que año se saludan?

Una de las críticas recurrentes al CADE es que suele ser un espacio donde se reciclan ideas y promesas. En esta edición, los discursos estuvieron centrados en las ya conocidas frases sobre «promover la inversión privada», «fortalecer el Estado de derecho» y «combatir la informalidad». Sin embargo, los asistentes evitaron entrar en detalle sobre cómo la corrupción empresarial también contribuye a la inestabilidad que buscan combatir.

Por ejemplo, temas como el rol de las grandes empresas en casos de sobornos a nivel regional o las implicancias de los oligopolios en sectores clave como el de alimentos y combustibles fueron apenas mencionados, a pesar de su evidente relevancia.

A pesar de que el lema prometía «reconstruir confianza», el CADE sigue siendo percibido como un evento centralista, donde las voces de las regiones, especialmente de las más afectadas por conflictos sociales y desigualdades económicas, tienen poca representación. ¿Dónde quedaron los planteamientos de quienes viven en el sur o en la Amazonía, donde los conflictos mineros y la falta de infraestructura básica son el pan de cada día?

Si bien algunos paneles intentaron abordar los desafíos regionales, lo hicieron desde la óptica de Lima, sin una verdadera interacción con líderes locales o ciudadanos afectados.

En honor a la verdad, el CADE no fue del todo un ejercicio estéril. Algunas propuestas específicas sobre innovación tecnológica y sostenibilidad lograron captar la atención, especialmente aquellas relacionadas con la transición energética. Además, la presencia de jóvenes emprendedores trajo cierta frescura a un foro usualmente dominado por ejecutivos tradicionales.

No obstante, queda la sensación de que estas iniciativas aún están lejos de materializarse y que la falta de compromisos concretos diluye el impacto de lo expuesto.

El CADE 2024 deja más preguntas que respuestas. ¿Es posible reconstruir la confianza en un país donde el diálogo parece ser solo entre las élites? ¿Cómo cerrar la brecha entre lo que se discute en estos espacios y lo que realmente necesita la población?

El desafío para las próximas ediciones será salir del discurso y pasar a la acción, abriendo espacios más inclusivos y priorizando el bienestar de todos los peruanos, no solo el de los grandes empresarios. Hasta entonces, el CADE seguirá siendo un evento tan criticado como esperado.

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