Durante el saludo oficial, captado por cámaras del Vaticano y medios internacionales, se observa cómo Boluarte mantiene la mano del pontífice por un tiempo considerablemente prolongado, incluso cuando él intenta retirarla de manera discreta. El gesto ha sido calificado en redes sociales y espacios de análisis como “inoportuno”, “desesperado” e incluso “protocolarmente inapropiado”.
El hecho no pasó desapercibido para la prensa internacional. Medios como ABC Internacional (España) y La Stampa (Italia) mencionaron la incómoda insistencia de la mandataria peruana, contrastando con la tradicional brevedad y solemnidad de este tipo de saludos.
EL GESTO Y SUS INTERPRETACIONES
Para muchos analistas, la escena fue más que un desliz diplomático: fue una metáfora del momento político que atraviesa Dina Boluarte, con niveles de aprobación históricamente bajos y un sur peruano que no ha olvidado los episodios de represión y abandono sufridos durante su gestión.
En regiones como Puno, Cusco, Apurímac, Arequipa y Tacna, donde se concentraron numerosas protestas contra su gobierno, el gesto fue visto como una forma de aferrarse a un símbolo moral universal para lavar su imagen.
“Mientras se aferraba al papa, aquí seguimos esperando que se aferre al pueblo”, comentó un ciudadano tacneño a Radio del Sur. “En el sur no olvidamos las muertes, ni el silencio cómplice. No se trata de fe, se trata de justicia”.
EN BUSCA DE RESPALDO INTERNACIONAL
La visita al Vaticano formó parte de una gira por Europa en la que Boluarte ha intentado fortalecer relaciones diplomáticas y buscar respaldo institucional. No obstante, el momento del saludo ha ensombrecido la agenda presidencial, restando protagonismo a los temas de fondo.
El Vaticano no ha emitido comentarios sobre el incidente, como es costumbre en temas protocolares menores. Sin embargo, el video ya circula en múltiples plataformas digitales, alimentando las críticas dentro del Perú.
DESCONEXIÓN SIMBÓLICA
Desde el sur peruano, esta escena ha sido interpretada como un símbolo de desconexión emocional y política con el país profundo. “La presidenta no soltó la mano del papa, pero hace tiempo soltó la mano del pueblo”, se lee en una de las publicaciones virales que circulan en redes sociales.
En un país donde el simbolismo pesa tanto como las decisiones políticas, lo ocurrido en el Vaticano no es solo un momento anecdótico: es un reflejo de la distancia entre el poder y el pueblo que dice representar.
